Está más claro que el agua que los ciudadanos de España sufren un evidente retroceso en
materia de derechos y libertades. La caspa y la mojigatería que destila la derechona de siempre están impregnando
todos los ámbitos de la sociedad. Congelan, sin piedad, las pensiones, mientras
tratan de implantar una nueva asignatura idéntica a la Formación del Espíritu Nacional del franquismo. Se intenta crear cabezas de huevo. Luego hablan de
manipulación del sistema educativo y se quedan tan panchos.
Vamos para atrás, como los cangrejos, en materia de
igualdad, salud y educación pública, junto a la libertad de expresión, en todas
sus formas. Los gobernantes del Partido
Popular y su cohorte mediática y empresarial, no paran de promover, de
forma clara o sibilina, el recorte de los derechos civiles que tanto trabajo nos
costó conquistar a los españoles.
Manifestación feminista en Málaga. FOTO: Regina Álvarez. |
Ahí están los datos de protección del desempleo, de la dependencia,
de la pobreza, de los multimillonarios beneficios de la banca y de las
eléctricas. Son números que llaman a la rebelión
de las gentes de bien, a los ciudadanos de progreso. A los que sueñan con un
mejor estado de bienestar y que, hasta ahora, estaban atenazados por el miedo.
Una rebelión pacífica, multitudinaria, lúdica pero enérgica,
como la que vivieron todas las ciudades de España
el jueves día 8 de marzo, con motivo de la impresionante huelga feminista, que pilló con el paso cambiado a la citada
derechona y sus poderes fácticos.
En el franquismo, su ministro Manuel Fraga alardeaba diciendo que la calle era suya. Una fórmula
que utilizaba sin reparo para imponer la voluntad de la dictadura. Ahora
sabemos que la calle no es de nadie, sino de todos los ciudadanos.
La ciudadanía ha demostrado, una vez más, que es capaz de
movilizarse y organizarse cuando el pie opresor empieza a dejar sin oxígeno a
la mayor parte de la sociedad. Ha llegado el momento de recuperar la calle para
que la ciudadanía exprese, alto y claro, sus demandas. Es necesaria una
democracia más participativa que atienda las necesidades reales de todo un
pueblo.
Los partidos políticos de la izquierda, las fuerzas
sindicales y las distintas agrupaciones ciudadanas tienen la obligación de
tratar de ejercer su liderazgo. Que para eso están y así lo deben exigir los
ciudadanos, que empiezan a concienciarse de que sin su empuje y apoyo, ahí
están las protestas de los pensionistas de estos días, no habrá forma de evitar
que día a día demos pasos hacia atrás.
Hoy me vienen a la memoria, una vez más, las últimas
palabras que el presidente chileno, Salvador
Allende, dirigía a su pueblo, a través de Radio Magallanes, el 11 de septiembre de 1973, "sigan ustedes
sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por
donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor". Estoy
convencido de que hay que retomar las calles.
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