Hace días que elucubro, preocupado, por la deriva que está
tomando el derecho a la libertad de expresión en España, que a más de uno nos
costó conseguir con sudor y lágrimas, además de unas cuantas somantas de palos
a manos de los grises. Especificar, para
los más jóvenes, que los policías vestían de ese color hasta 1978, todavía en el
inicio de la transición democrática, para después pasar a uniformarse de color
marrón, los llamados maderos y
después de azul, actual vestimenta del Cuerpo
Nacional de Policía.
No hace falta referirse a ningún tratado en concreto, desde
la antigüedad hasta ahora, para constatar que la democracia no es posible ante
la ausencia de libertad de expresión, ya que es la ciudadanía la que ejerce un
contrapeso a los poderes del Estado,
ya sean públicos, económicos o de otra índole. Insisto, sin libertad de
expresión no hay democracia.
Pero no quiero andarme por las ramas y voy al grano. A mi
juicio, el dedo en la llaga lo ponía el pasado domingo en un artículo de
opinión en elplural.com el
periodista José Antonio Pareja, que
en un artículo titulado Dictadura, pero que parezca un accidente, ponía de relieve las aviesas intenciones del Partido Popular que intenta mantener el
control del país amordazándolo. “La España que nos va a quedar se va a parecer
mucho a la que intentamos enterrar hace 40 años” vaticinaba Pareja.
La libertad de expresión en España está en franco retroceso. |
Y su preocupación no es minoritaria, sino de una gran
mayoría de los ciudadanos que creen en el progreso y en la democracia. La pasada semana Amnistía Internacional denunciaba los retrocesos que ha
experimentado la libertad de expresión en España
y considera que este derecho se restringió de forma
"desproporcionada" en 2017.
La citada ONG alertó de que en 2017 se "restringió
desproporcionadamente" la libertad de expresión y el derecho de reunión
pacífica, tanto en el ámbito de las leyes como a través de algunas prácticas
policiales. Alzar la voz se ha vuelto cada vez más peligroso en las redes
sociales, relatan los responsables de Amnistía, que además muestran su inquietud
por la autocensura a la hora de documentar actuaciones policiales y muchas personas
tienen miedo a la hora de salir a la calle a protestar y reclamar sus derechos,
debido a la represión.
Las denuncias de Amnistía
Internacional han tenido también eco en el diario norteamericano The New Tork Times que en días pasados
ha asegurado que España se ha
convertido en un país donde los riesgos para la libertad de expresión se han
incrementado en los últimos años.
Además de referirse a los nefastos efectos de la llamada ley Mordaza para la libertad de
expresión el prestigioso rotativo estadounidense hace un repaso a hechos de los
últimos días como el secuestro cautelar del libro Fariña, del que es autor el periodista Nacho Carretero, la retirada de ARCO de la obra de Santiago
Sierra que retrataba a Junqueras y los Jordis
como presos políticos y también a la
condena al rapero Valtonyc por las
letras de sus canciones.
The New Tork Times
resalta que el actual escenario, claramente represivo, se empezó a detectar
como consecuencia de las políticas e iniciativas legislativas de Mariano Rajoy, con las que, según el
citado periódico, se pretendía "controlar la propagación de las protestas
durante la crisis.
Razón por la que parece que volvemos a encontrarnos con una
situación que ya vivimos antes, ante la cual no parece que la mejor forma de
hacerla frente sea amilanándose o reculando. Los demócratas de verdad tenemos
la obligación de defender todos los derechos y libertades.
En lo referente a la libertad de expresión podríamos aprender de la primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos.
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